El 16 de mayo de 1987 se inauguraba en las instalaciones que la Autoridad Portuaria de Bilbao tiene en Santurtzi la actual sede de una institución no muy conocida, dedicada a la atención al marino y que, según las épocas y las fuentes consultadas, recibe diversos nombres: Apostolado del Mar, Stella Maris, Seamen’s Club, Seafarers’ Centre, etc.

Numerosas iniciativas que buscan mejorar las condiciones de los marinos aparecen en la segunda mitad del siglo XIX de forma independiente en numerosos puertos europeos, principalmente ingleses. En 1818 surge el antecedente de la actualmente denominada Sailors’ Society (protestantes) y en 1856 nace formalmente la Mission to Seamen (anglicanos).

Son los primeros antecedentes de otras muchas asociaciones caritativas o de beneficencia que surgen más tarde, inspiradas en la filosofía de Mary Richmond, activista a favor de los derechos civiles y sociales de las clases populares. Postulaba una metodología de acción denominada Social Work para que las necesidades básicas de todos los trabajadores y trabajadoras de aquella época, con nula protección social  por parte de las administraciones públicas, fuesen satisfechas.

Uno de los grupos más desprotegidos eran los trabajadores del mar (estibadores de los puertos, pescadores, marinos mercantes, etc.). Un reverendo anglicano convertido al catolicismo, Peter Anson, que tenía su parroquia en el barrio marítimo de Glasgow (Escocia), conocedor y seguidor de los postulados de Mary Richmond, aplicó su método y creó un lugar de ayuda y protección para todos los trabajadores relacionados con el mar. En 1920 crea el Apostolado del Mar y en 1921 abre el primer Stella Maris. Un año después, el papa Pío XI le da carácter oficial y proyección internacional.

Con una rapidez fulgurante, este servicio de asistencia a las gentes del mar se propagó por todos los puertos de Inglaterra y después por los principales puertos del continente. El primer puerto en el estado español que ofreció el servicio del Apostolado del Mar fue el Puerto de Barcelona, inaugurado el 23 de abril del 1927.

Apadrinados por la Iglesia Católica, los diferentes Apostolados del Mar se van organizando hasta que, en 1977 bajo el pontificado de Pablo VI, entra en vigor el decreto específico que regulará en el futuro todos los Apostolados del Mar del mundo. El 31 de enero de 1997, el papa Juan Pablo II firma la carta apostólica en forma de motu proprio Stella Maris actualizando las normas anteriores.

El Apostolado del Mar, según este documento, es la organización que promueve la atención pastoral específica dirigida a la gente del mar y está orientada a sostener el esfuerzo de los fieles llamados a dar testimonio en ese ambiente con su vida cristiana. Pero, además, en su vertiente más social, ofrece una atención integral a los marinos y sus familias, independientemente de su raza, credo, lengua, nacionalidad y género. Es decir, combinan dos finalidades: la asistencia espiritual y la material.

Bajo los auspicios de la Organización Internacional del Trabajo se adoptó en 1987 el convenio 163 sobre el bienestar de la gente del mar en el mar y en el puerto, que entró en vigor en 1990. Este convenio establece para los estados firmantes la obligación de procurar  a los marinos asistencia básica y servicios informativos, culturales y recreativos.

En lo que concierne al Puerto de Bilbao, uno de los impulsores de la iniciativa en Barcelona en 1927, el padre Luis Maria Brugada Panizo, promovió casi inmediatamente el establecimiento del segundo Apostolado del Mar en Bilbao en 1930, ubicado primero en Erandio y después en diferentes emplazamientos en Bilbao. En 1964 se unificaron las dos sedes, el Stella Maris ubicado en la entonces calle Espartero (hoy Ajuriagerra) y el Hogar del Marino de Uribitarte, en un mismo local en la calle Henao. Constaba de dos plantas y sótano y ofrecía 44 plazas hoteleras. Al cabo de 12 años tuvo que cerrar debido a la aguda crisis económica de finales de la década de los 70. En 1980, la Autoridad Portuaria se ofreció a ubicar el centro en un local sin uso en las instalaciones del Puerto de Bilbao en nuestro municipio, en la antigua estación marítima del ferry, tras el fin de la ruta marítima servida por el Patricia.

En esta ubicación comenzó a desarrollarse la actividad del International Seafarers’ Centre con carácter ecuménico. Y en 1987, a primera hora de la tarde del 16 de mayo, se inauguraban las actuales instalaciones, bendecidas por el obispo de Bilbao, José María Larrea, acompañado del obispo auxiliar de Oviedo (presidente de la Asociación del Apostolado del Mar a nivel estatal), entre otras autoridades.

No podía faltar a la inauguración el santurtziarra Francisco Otamendi Guenaga. Nació en 1928 y falleció en Santurtzi el 21 de febrero de 2000, a los 71 años de edad. Miembro de una familia muy arraigada en nuestro municipio. Durante 44 años fue el capellán del Puerto de Bilbao y director del Stella Maris entre 1988 y 1993. Patxi Otamendi inició su andadura en el Apostolado del Mar en Bilbao en 1956 tras pasar tres años destinado en la iglesia de la Virgen del Puerto de Zierbena, recién ordenado. Los más mayores de El Puerto aún recuerdan que el sacerdote prohibió el baño en el puerto por razones de moralidad pública y consiguió que la Guardia Civil patrullase para hacer cumplir su orden. Eran otros tiempos…

Regresando a Santurtzi, el actual centro del club Stella Maris, edificado expresamente para su función en apenas ocho meses, costó 50 millones de pesetas y fue financiado por la Autoridad Portuaria de Bilbao. Ofrecía las siguientes prestaciones: bar, bazar, salas de lectura, reunión y juegos, servicios nacional e internacional de correos y teléfono (muy importante en una época en la que no existían los móviles), capilla, minicancha polivalente para baloncesto, balonmano y fulbito, cambio de divisas, etc. Actualmente cuentan con conexión a Internet y Wifi.

Uno de los servicios más valorados es el transporte gratuito en minibús entre el club y los muelles de atraque. Las distancias en el puerto son considerables, sobre todo si el barco atraca en Sollano o Punta Lucero y tanto en invierno, por el frío o la lluvia, como en verano, por el calor, es muy desagradable atravesar el puerto andando. Además, puede ser peligroso.

Los gastos de mantenimiento se sufragaban, en aquella época, por la aportación del Apostolado del Mar y el canon abonado por la Agrupación de Empresas Estibadoras y Consignatarias por cada barco que entraba en el puerto. En la actualidad, los recursos provienen en su mayor parte de la aportación de los armadores de los buques que entran en el puerto y las donaciones de la Autoridad Portuaria, el Ayuntamiento de Santurtzi y la Federación Internacional de Transporte.

Tras su inauguración, se estimaba que las nuevas instalaciones darían servicio a unos 18.000 marineros anualmente. En 1988 se superó la cifra, ya que cerca de 22.000 marinos de 85 nacionalidades visitaron el Stella Maris de Santurtzi. En la actualidad, en torno a 7.000 marinos (las tripulaciones ya no son tan numerosas como antaño y la estancia de los buques se ha reducido) encuentran en esta institución una asistencia personalizada los 365 días del año, con un amplio horario de atención. En 2016, la plantilla estaba formada por cinco personas: Arantza Astigarraga Otamendi (sobrina de Patxi Otamendi), Miren, María, Mari Nieves y Andoni.

La junta que administra el centro estuvo presidida por Manuel Santos hasta 2016. Al año siguiente fue sustituido por José María Jiménez. Como presidente del Stella Maris lo único que le preocupa, como sucede en otras asociaciones sin ánimo de lucro y con proyección altruista y social, es que en el consejo no hay relevo generacional. Actualmente esta formado por capitanes, navieros y algún profesor de náutica.

Actualmente, la International Seamen’s Club Stella Maris, la red internacional de clubes de atención y servicio al marino, está integrada por 400 centros en 75 países. Aunque hay Stella Maris por todos los continentes, el de Santurtzi es, junto al de Rotterdam y Hamburgo, uno de los de mayor prestigio en Europa. De hecho, este año opta al premio al mejor centro internacional de marinos que concede The International Seafarers’ Welfare and Assistance Network (ISWAN), otra asociación benéfica que se dedica al bienestar del marino.

No puedo concluir la entrada sin mencionar los centros que se crearon en Terranova. Su labor fue fundamental para asistir a los pescadores vascos y gallegos que faenaban en los caladeros canadienses durante varios meses al año en condiciones terribles para llenar de bacalao las bodegas de los barcos. Durante los años dorados de la pesca del bacalao, especialmente las décadas de los 50, 60 y, sobre todo, de los 70, más de 120 barcos con 5.000 hombres faenaban anualmente en esas aguas y capturaban cerca de 300.000 toneladas de bacalao.

Y, por supuesto, tengo que dar las gracias a dos colaboradores habituales, Iñaki Cítores y Luis Javier Escudero Domínguez por su ayuda para documentar la entrada con noticias publicadas en La Gaceta del Norte, El Correo y Deia, entre otras publicaciones.