Una vez agotado el recurso a los Registros Civiles, porque la cronología del acto que buscamos es anterior a 1870, tenemos que recurrir a los Archivos Parroquiales que, en líneas generales, conservan registros que comienzan en torno a 1564, por aplicación general y obligatoria del acuerdo adoptado en la XXIV sesión del Concilio de Trento. Es posible encontrar registros anteriores, pero no será lo habitual.
Podemos encontrarnos con dos situaciones bien distintas: que los libros de registro de bautismo, matrimonio y defunción (y otros, que también pueden ser de utilidad, como los libros de confirmados, de matrícula y los de fábrica) se encuentren en la parroquia o bien que hayan sido trasladados a un archivo común, centralizado, el Archivo Diocesano. Dependiendo de este hecho nuestra búsqueda será más o menos fácil, en principio.
Para acudir a consultar los libros de bautizados, casados y difuntos en un archivo parroquial tendremos que concertar una cita con el párroco, tarea nada sencilla. También podemos solicitar amablemente su colaboración, para que sea él quien realice la búsqueda del antepasado que queremos encontrar, pero muchas veces el silencio será la única respuesta. No hay que desesperar. Habrá que armarse de paciencia y esperar tiempos mejores.
Si los libros han sido trasladados a un archivo central, el Archivo Diocesano, la tarea es más sencilla. En primer lugar, hay que conocer a qué diócesis pertenece la parroquia cuyos libros queremos consultar, puesto que los límites de diócesis y provincias no tienen por qué coincidir. Habrá que consultar la «Guía de los archivos y bibliotecas de la Iglesia en España». Una vez determinado a qué archivo diocesano debemos acudir, tendremos que ver si se pueden hacer consultas no presenciales o si, por el contrario, nos tenemos que desplazar hasta el archivo para realizarlas nosotros mismos. Aquí reside el problema: la distancia y el horario de atención al público.
En el caso de las diócesis vascas tenemos la enorme suerte de poder consultar los extractos de los registros y solicitar copia de los mismos a través de internet en tres sitios web: el Archivo Histórico Diocesano de Vitoria, el Archivo Histórico Diocesano de San Sebastián y el Archivo Histórico Eclesiástico de Bizkaia. Lamentablemente, en el caso de Navarra, no contamos con esta valiosa y cómoda herramienta de trabajo.
Sin embargo, en muchos casos habrá que desplazarse para consultar los libros originales o su copia microfilmada o digitalizada (siempre recomendable, por otra parte) o solicitarla por correo electrónico, con el correspondiente coste, para resolver problemas de homonimia, errores u omisiones cometidos por el párroco, etc. Hay que tener en cuenta que los extractos on line de los archivos diocesanos vascos sólo proporcionan el nombre y apellidos de los progenitores, pero no los nombres de los abuelos, en el caso de los bautizados. En el caso de los difuntos, no aparece el nombre del cónyuge sobreviviente o difunto. Y tampoco podemos soslayar los posibles errores cometidos durante el proceso de extracción de los datos, que haberlos, haylos.
La información que encontramos en los registros originales puede variar. Los de bautismo más completos incluyen el nombre del bautizado, de los padres, padrinos, testigos si los hubo y el lugar y día en que se administró el bautismo, indicando asimismo el día y lugar del nacimiento. Los de matrimonio, en el mejor de los casos, los nombres, edad y origen de los cónyuges y el lugar y el día de la celebración. Las defunciones en sí no constituyen ningún sacramento, pero llevan implícitas la administración de uno: el de la extremaunción. En éstas, la información suele ser más escasa, apareciendo además del nombre (a veces también la edad) del finado, el del cónyuge, sobreviviente o difunto, y, pocas veces, el nombre de los hijos, entre otros datos.
La principal dificultad de manejar este tipo de registros reside en la comprensión del contenido de las partidas que, a veces, se hace ilegible, tanto por la propia complejidad de la escritura en las partidas más antiguas como por el problema de las tintas traspasadas de una página a otra que complican aún más la lectura.
En otra entrada trataré de otra importante fuente de información genealógica: Family Search.
[…] Y como ya he comentado, una vez agotada la vía de los registros civiles, habrá que recurrir a otras fuentes, fundamentalmente a los archivos parroquiales donde se conservan los libros de registro de los sacramentos (bautismo, matrimonio, defunción, más raramente confirmación). Éstas y otras fuentes documentales más complejas serán comentadas en la próxima entrada. […]
[…] precisamente por falta de tiempo y porque la investigación genealógica [Primeros pasos 1, 2 y 3] ha de ser concienzuda y sistemática no había abordado la tarea. Sin embargo, voy a hacer una […]