Hoy domingo 4 de mayo de 2014, tiene lugar un evento global que se viene realizando anualmente durante el primer fin de semana de mayo desde 2007 para conmemorar la figura de la urbanista e intelectual canadiense Jane Jacobs, nacida precisamente el 4 de mayo de 1916 y fallecida el 25 de abril de 2006.
Jane Jacobs fue una escritora, urbanista y activista americana, que criticó duramente los procesos de remodelación urbana de las ciudades americanas de los años 60. Su obra más importante se titula The Death and Live of Great American Cities y es una brillante e incisiva descripción de la vida en las grandes ciudades, con sus luces y sus sombras.
Curiosamente, esta mujer, cuyo pensamiento ha influido enormemente en casi todas las personas que se dedican a hacer un urbanismo crítico, no tenía formación de urbanista. Se le podría considerar la primera persona que tiene el acierto de hablar de vida cotidiana en el urbanismo, abogando para que los planificadores urbanos saliesen de sus despachos a observar y aprender de los laboratorios cotidianos que son las ciudades.
El Paseo de Jane (Jane´s walk en inglés) es una iniciativa libre y autoorganizada localmente que consiste básicamente en caminar por nuestras ciudades, observándolas y tratando de aprender de la realidad que nos ofrecen, viendo lo que funciona bien y lo que funciona mal en nuestros entornos. Jane Jacobs era una ferviente defensora de que quién mejor conoce el funcionamiento de los barrios, sus problemas y las mejores maneras de solucionarlos son sus habitantes. En 2014, más de 500 ciudades organizan un paseo por sus calles en recuerdo de esta pensadora urbana, especialmente en Estados Unidos, pero también en muchas otras ciudades europeas con notable éxito.
A mí se me ha ocurrido dedicar la entrada de hoy a un paseo virtual por Santurtzi a finales del siglo XIX y principios del XX, el Santurtzi de la Belle Époque, intentando acompañar el texto con imágenes de edificios que hace ya mucho tiempo que desaparecieron. Para hacernos una idea de ese Santurtzi finisecular puede servirnos la lámina realizada por Goio Bañales que hace escasos días regaló con motivo del Día Internacional del Libro la Red de Bibliotecas Municipales de Santurtzi.
También nos serán muy útiles los planos de Oráa de 1888, de Pagazaurtundua de 1901 y de Orbegozo de 1907 que muestro a continuación en la interpretación realizada y publicada por Goio Bañales de los mismos en su blog Somorrostro, actualmente inactivo pero aun así de consulta imprescindible.
Plano de 1888
Plano de 1907
A fines del siglo XIX, Santurtzi presentaba un aspecto urbano radicalmente diferente al actual, de ahí la sorpresa y el asombro de muchos al ver la lámina anteriormente citada. En líneas generales, se podría resumir con los cuatro versos de una famosa copla, ahora casi olvidada:
Santurce, corral de cabras,
Mamariga, de cabritos,
La Chicharra, de chicharros,
¡Mira que tres pueblecitos!
En efecto, el denominado por aquel entonces primer distrito, el Casco, estaba constituido por tres pequeños núcleos de población, poco distanciados entre si, tres pueblecitos que hacían uno solo:
– Santurce, el poblado cercano al puerto, arrimado a la iglesia de San Jorge y escalonado en casas sueltas, de gente distinguida hacia el oeste;
– Mamariga, caserío en el altozano oeste, atalaya sobre el Abra, sus moradores eran principalmente gente de la mar que habitaban casas que se distribuían en el alto y en las vertientes hacia Santurce y hacia Las Viñas;
– La Chicharra, poblado bajo, al fondo de la rada, hacia el suroeste de la iglesia, poblado por gente sencilla, con una parte señorial hacia Peñota.
El resto del Concejo eran pequeñas barriadas bastante alejadas (para los medios de la época) hacia el sur y de características más rurales: Cabieces, Villar, El Mello, Cotillo, Repélega y Rivas (estas dos últimas pasarían a jurisdicción de Portugalete en 1933 precisamente por su lejanía y desconexión con el nucleo central de nuestro municipio).
En la sesión del 5 de octubre de 1884 el Pleno del Ayuntamiento del entonces Concejo de Santurce acordó hacer la rotulación de las barriadas del municipio y la numeración de sus edificios. En lo que concierne al Santurtzi actual, de la siguiente manera:
Primer distrito, el Casco:
– Calle del Barrio Nuevo (desde 1899 Avenida Cristóbal Murrieta): pares desde la casa de los Sres. Maza hasta el Ayuntamiento; nones desde la casa de José Palacios hasta el Ayuntamiento.
– Barrio de la Escuela: desde la casa de Llantada hasta empezar Fontuso.
– Barrio de la Chicharra: desde la tapia del jardín de Angoitia hasta la estrada de Coscojales, el número 1 en la casa de Gabriel Escobar.
– Plaza del Concejo: la numeración puede empezar por la casa de Gabriel Mendizábal, seguir por las casas de Benigna hasta donde vive Cabeza y terminar en la fonda de León.
– Calle Mayor: el letrero puede ponerse en la esquina de la casa de Benigna, empezar la numeración por la casa que habita José Echevarría, los pares, y por la casa del marqués los nones, terminando en las casas de Juana Murrieta y otros.
– Barrio de Mamariga: este barrio puede empezar en la casa de José María de Eguiraun, siguiendo por todo el camino hasta la casa de Manuel Calvo. La numeración se hará con los pares a la derecha y los nones a la izquierda.
– Camino de la Virgen del Mar: empezará la numeración en la casa de Leonardo Hurtado, siguiendo hasta la ermita.
– Estrada de Coscojales
– Calle Nueva
– Callejón de Capetillo
– Portalada de Urquiola o Plazuela del Norte
– Portalada del Pelao o Plazuela de Las Viñas
– Callejón donde viven Escarza y Vildósola, que pasa a llamarse Travesía a la Ribera
En 1901 solo había 2 calles reconocidas como tales, la Calle Mayor, que desde la iglesia de San Jorge se dirigía hasta Mamariga (la actual Sabino Arana) y la calle de la Escuela (actualmente Joxe Migel de Barandiaran). Todo lo demás eran campas, viñas y llosas (terreno labrantío cercado, no muy extenso y por lo común próximo a la casa o barriada a la que pertenece) surcadas por caminos y sendas, unas más importantes que otras, que enlazaban las barriadas y los caseríos.
En la obra inédita de Luis Pinedo se inserta una descripción detallada y fidedigna de los tres pueblecitos hacia 1895, más o menos (justo antes de la electrificación del tranvía):
La Plaza (se refiere a la plaza del común, mal llamada Cagonillos): estaba bordeada además de por la iglesia por dos casas seguidas, una muy grande de tres pisos y otra de dos, en cuyo bajo había una taberna; frente a ellas y separando la plaza de la rada, estaba la Fonda (el edificio donde hoy está la Biblioteca Central), gran edificio de muchas ventanas y balcones, vacío casi todo el año. Por la parte que daba al mar la plaza estaba abierta y, dejando a la izquierda tres casas pequeñas más, en una de las cuales estaba la taberna de Mardura, terminaba en Loliso, una rampa natural que entraba en la mar entre las rocas y donde se bañaban en verano, que por ser plano y liso se denominaba lo liso y acabó siendo su nombre propio.
El Poblado: arrancando de la plaza y dejando la iglesia de San Jorge a la izquierda quedaba a la derecha el café de Altube, luego había un solar y después la vieja Casa Consistorial, cayéndose de viejo (la actual se edificaría en 1905). Después un paso estrecho, de unos tres metros de anchura, e inmediatamente el estanco de Liboria, que era al mismo tiempo tienda para todo. Seguía una casa de amplia planta y dos pisos. Pasada la callejuela que se dirigía a Coscojales estaban tres casas hermosas, de tres pisos casa una y amplia terraza a la altura del primero, denominadas “las casas de Zorrilla”. Desde ahí a Portugalete no había más que campas y unos cuantos palacios de gente adinerada que venía a pasar los veranos. Por el lado izquierdo había un pretil que separaba la carretera de la rada y la “casa del pastor” que casi taponaba la vía del tranvía. A esta calle o carretera le llamaban los santurzanos jocosamente el Boulevard. Durante el invierno, en los grandes temporales no se podía pasar por él ya que las olas entraban en la rada y al estrellarse contra el muelle inundaban de agua toda la calle y los bajos de las casas. Muchas veces no estaban seguros ni los primeros pisos cuyos cristales rompían frecuentemente. El tranvía tenia que detenerse a la entrada del pueblo, no había fuerza humana que hiciera pasar a sus caballos por entre las olas (cosa que solucionó la electrificación del trazado).
La Chicharra: ocupaba el centro de este caserío (agrupación de casas) una de esas casas clásicas de amplio tejado, con simples plantas bajas en los extremos y dos cuerpos centrales de planta y piso a los que se llegaba por escaleras exteriores de madera. Siguiendo la línea de una de las paredes de esta casa, cuatro casitas formaban una callejuela, pasada la cual, un senderillo en suave pendiente ascendente iba atravesando campas hasta un bosquecillo de eucaliptos a cuyos pies manaba una fuente (sería la de Torquillas). Hacia la otra parte, casi formando ángulo con esta callejuela, había otras dos casitas de plata y piso y un poco más lejos estaba la “casa de Antón”, desde donde se podía tomar un sendero que llevaba a otras tres casitas que formaban el barrio de Coscojales. Frente a la primera casa mencionada había una pequeña plazuela bordeada por una pequeña casa que casi tapaba el camino, por la tienda de Potiquín donde lo mismo vendían alpargatas que alubias y ropas de agua para ir a la mar y por el astillero de Félix Izaguirre con quien trabajaba Achurra el de las barbas, donde se construían traineras y botes. Siguiendo el camino hacia la Casa Consistorial, a la derecha estaba la fragua o herrería.
Mamariga: para llegar a Mamariga partiendo de la iglesia de San Jorge había que tomar la carretera hacia el Serantes. Casi al principio y a la izquierda, rodeado de una verja, estaba el palacio de los marqueses de Casa Torre. A la derecha, frente a este palacio había un caserón negro con apariencia de macizo donde vivían Basilio y Colayo. Un poco más arriba, metida hacia la mar, estaba la casa de Remigio y junto a ella, por el camino, la casa de los Aldamiz. Siguiendo hacia arriba estaba, separado del camino por una verja, el palacio de los marqueses de Santurce (y no de los marqueses de Murrieta, como he visto publicado repetidamente, confundiendo el apellido del linaje de los primeros con la denominación del título nobiliario de los segundos, que también se apellidaban Murrieta, de ahí el error) que tenía detrás, hasta llegar a las peñas, un magnifico bosque de robles, hayas, abetos y pinos. Cuenta la leyenda que, en este mismo lugar estuvo otrora el palacio al que venía D.ª María Díaz de Haro, la Buena y donde firmó privilegios a Bermeo en 1318. Frente a este palacio, a la izquierda de la carretera un caminito conducía al barrio de la Portalada, compuesto por dos casas pequeñas y una grande de tipo clásico con gran tejado poco inclinado en cuyos extremos había sendas viviendas en la planta baja y en cuyo centro se encontraba, además de otras dos plantas bajas, una escalera de piedra que llevaba a los dos pisos respectivos. Dicen que acaso sea este el primer lugar habitado de Santurtzi.
Siguiendo camino arriba hacia Mamariga estaba la casa de los Eguizadu y un poco más arriba a la derecha la de los Murrieta (cuatro hermanos solterones, uno de ellos, Luciano, ciego). Esta casa sería posteriormente conocida como la casa de la parra o la de los Blanco, sus últimos propietarios. Por último, a la izquierda, un gran caserón de sillería que decián que había sido cuartel general de los carlistas en la última guerra.
Llegada aquí la carretera se bifurcaba, seguía por la izquierda del palacio Balparda y por la derecha subía un caminito, llamado de la Virgen. Este palacio, tambien conocido como de Saralegui, deshabitado casi todo el año, tenía un aspecto tétrico, rodeado de una altísima pared de piedra, una imponente puerta de hierro cerraba el jardín o huerto y para llegar hasta ella había que subir una ancha escalinata de piedra, a cuyos pies se encontraba una fuente denominada Cristina.
Desde aquí hasta Mamariga se le llamaba a la carretera “El lugar” (actual calle Mamariga). Subiendo por “El lugar” había primero un caminito a la izquierda que bajaba hacia las viñas y hacia un riachuelo llamado “el regato”, a este camino se le llamada “de las matas”. Subiendo por el otro lado, al terminar la alta pared de los Saralegui había, detrás de una verja, una casa, la de los San Martín. Al otro lado de la carretera una casa de tipo clásico. Un poco más arriba, a la derecha, una viejísima casa cuya escalera exterior terminaba con un balcón con tejado, por el que se entraba en el piso. Luego otra casa con su pequeño jardín y verja.
Aquí la carretera se hacia sensiblemente horizontal y se estrechaba bruscamente porque el estanco-taberna de Josefa y su hija Sandalia (llamado estanquillo de Mamariga) metía una de sus esquinas y casi no dejaba sitio ni para que pasara un carro. Enseguida se volvía a ensanchar la carretera formando la plazuela de la Risquera, rodeada de cinco casas de tipo clásico (¡¡a qué llamará clásico!!). Un poco más adelante se abría una hermosa plaza limitada por los palacios de Perro Paco (también llamado de Monasterio o de Jesusa, la última guardesa) y Mac-Lennan y por la ermita de la Virgen del Mar. A la parte de atrás de la ermita había una explanada con grandes árboles llamada La Atalaya.
Más arriba estaba la casa de los Salcedo, también rodeada de verja y frente a ella al otro lado de la carretera varias casas de tipo clásico de mezclaban entre sí formando tortuosas callejuelas (cuya herencia es la caótica numeración actual de los edificios). Allí, junto a la casa de Timoteo Castillo había un pozo de agua del que se surtían, desde tiempos remotos, los pocos labradores-pescadores que componían el barrio.
La carretera continuaba hacia el monte. Al salir de Mamariga por esta carretera se podían ver las casas de Aberasturi y de Urrutia, situadas en un camino que quedaba cortado por una pared de una huerta a la que por eso se le llamaba La Cerrada.
Como se desprende de esta descripción, la trama urbana de Santurtzi en 1895 y la actual son radicalmente diferentes. A veces es muy difícil situar sobre la trama actual edificios del pasado, sobre todo para los que no hemos conocido el Santurtzi anterior a los años 60, cuando el mal llamado desarrollo urbanístico nos hizo perder un buen número de interesantes inmuebles de los que ahora estaríamos orgullosos. Aun así merece la pena pasear por Santurtzi buscando los últimos vestigios de aquellos tiempos, edificios de viviendas ya centenarias que merecen que las dediquemos un momento de atención.
Genial la regresión al siglo XIX!! Para cuando un paseo de Jane por el Santurtzi del siglo XXI? Un saludo Alejandro Magno.
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[…] Pero ya el año anterior comenzamos a notar la transformación de una pequeña parte del frente costero de Santurtzi. Esta primera fase del relleno se ejecutó durante el mes de marzo de 1904, cuando se rellenó el antuzano de la vieja casa consistorial y de la iglesia de San Jorge. La avenida Murrieta era todavía línea de costa. De todo esto nos ha ilustrado Goio Bañales en su blog Somorrostro, en donde ha publicado magnificas interpretaciones de planos de finales del siglo XIX y comienzos del XX y que yo he aprovechado para ilustrar la entrada dedicada al Santurtzi de fines del siglo XIX. […]
[…] Hasta aquí la transcripción de los datos locales de la “Geografía” de Iza. Si os ha interesado podéis encontrar una descripción del pueblo en el artículo “Paseo por Santurtzi a fines del siglo XIX”. […]
[…] Horra Izaren “Geografia” liburuan irakur daitezkeen herriari buruzko datuak. Gogoko izan baduzue herriaren deskribapen zabalagoa aurki dezakezue “Paseo por Santurtzi a fines del siglo XIX” artikuluan. […]