Hace unas semanas un grupo de santurtziarras preocupados por la historia y el patrimonio de Santurtzi realizó una informal visita de trabajo al cementerio municipal para completar la información de las dos entradas publicadas anteriormente: una dedicada a su historia y otra dedicada a los elementos artísticos más destacables.

En la visita nos acompañó la hija de un cantero y marmolista que ejerció también como sepulturero municipal en el cementerio durante quince años aproximadamente: Jesús González Gutiérrez-Barquín (Santurtzi, 1927-1998). Este santurtziarra, niño de la guerra, se inició en la profesión hacia 1950 en el taller de Magunacelaya, reputado cantero que tenía su taller de marmolería y cantería en Berango. Jesús González trabajó también en los talleres de Joaquín Lucarini, autor de nuestra emblemática sardinera, y Anastasio Amesti (Mañaria, 1884 – Santurtzi, 1957), cantero con amplísima obra en casi todos los cementerios de Encartaciones.

Jesús González ocupó la plaza de sepulturero municipal el 16 de octubre de 1953 y ejerció como tal hasta presentar la baja voluntaria el 20 de septiembre de 1967. Le sustituye como enterrador/ sepulturero Romualdo García de la Huerga.

A partir de entonces Jesús González se hace autónomo y se dedica exclusivamente a la cantería y construcción de panteones hasta 1991. Monta un taller en la calle Lauaxeta de Kabiezes en donde trabajan con él tres ayudantes: Eugenio Gregorio “el maño”, el malagueño José Morales “Porrín” y Eusebio Olmos, natural de Burgos o Palencia.

Según nos cuenta su hija, en el taller disponían de maquinaria muy moderna para la época para un taller de sus características. Al jubilarse en 1991 se hace cargo del taller el hijo de uno de sus colaboradores.

Los panteones construidos por Jesús González son muy similares. Unos están decorados con esferas, el modelo más antiguo, y otros con pequeñas pirámides, de época más moderna.

Algunos panteones, muy pocos, incluyen esculturas o relieves de mármol reconstituido (aglomerado de polvo de mármol natural y resina de poliéster) que se compraban por catálogo.

Además de sepulturas y panteones construidos por los citados Anastasio Amesti y Jesús González también encontramos la obra de otros canteros menos habituales en nuestro entorno como, por ejemplo, V. Madariaga, de Derio.

La visita ha servido también para constatar que el mantenimiento de los espacios comunes del camposanto es bastante aceptable. Sin embargo, el estado de algunos panteones y sepulturas deja bastante que desear. Es una pena que los descendientes de algunos destacados personajes de la historia de Santurtzi se hayan desentendido del mantenimiento de las tumbas de sus antepasados.

También ha servido para verificar que la parte superior del monumento funerario erigido a los hermanos Gómez-Marañón sigue en el cementerio, a la izquierda nada más entrar, pero sin ningún tipo de indicación. Y precisa una necesaria limpieza como, en general, muchos de los relieves y esculturas que ornan las sepulturas y panteones. Bastaría con un poco de agua a presión para arrancar la suciedad adherida.

Otro tanto le sucede al mucho más modesto monumento funerario erigido en recuerdo del médico municipal Lino A. Rúa.

En resumen, aunque el cementerio municipal de Santurtzi carece de la monumentalidad que tienen otros camposantos cercanos, como los de Portugalete o Getxo, necesita y se merece un poco más de atención en lo que respecta al mantenimiento de sepulturas y panteones. Al fin y al cabo son testimonio de costumbres, creencias y tradiciones de nuestro pasado.