Hace 80 años tuvo lugar la primera evacuación planificada de refugiados al extranjero durante una contienda bélica. Dicho así parece algo de lo que habría que presumir, pero desgraciadamente, y a pesar de todo, los denominados niños de la guerra fueron una generación marcada por unos hechos trágicos e imborrables. Y en este exilio infantil la imagen del vapor Habana en el puerto se ha quedado grabada en la memoria, en el mosaico conmemorativo y, desde hace unos meses, en el callejero municipal.
¿Pero qué más sabemos del vapor Habana?
En primer lugar hay que reseñar que el vapor Habana fue uno de los buques empleados para la evacuación, pero no el único. Otra de las embarcaciones utilizadas en la evacuación fue el yate de Ramón de la Sota Llano, el Goizeko Izarra. Pero fueron muchas más, de las que daré cuenta en una próxima entrada.
El Habana estaba atracado en el puerto de Bilbao (sí, ya sé, en Santurtzi) el 18 de julio de 1936 aprestándose para su salida ordinaria hacia América. El golpe de estado provocó que la partida fue suspendida sine die. En los siguientes meses, la evolución del conflicto bélico en Gipuzkoa hizo necesario habilitar alojamiento provisional a los refugiados procedentes de ese territorio y el trasatlántico fue requisado y se dedicó a tal fin. En enero de 1937 se empleó como buque-hospital y finalmente fue el gran protagonista de la evacuación marítima de tantos y tantos niños de la guerra.
Realizó seis viajes desde el puerto de Santurtzi. Este es otro dato que se ignora a menudo, recordando únicamente el realizado a Inglaterra. Partió el 6 de mayo rumbo al puerto francés de La Pallice, el 16 de mayo rumbo al puerto francés de Pauillac, el 21 de mayo rumbo al puerto inglés de Southampton, el 1 y el 6 de junio rumbo al puerto francés de La Pallice y, finalmente, el 13 de junio rumbo al puerto francés de Pauillac (en donde, sin desembarcar, una parte de los niños fueron transbordados a otro buque y continuaron rumbo a la antigua Unión Soviética). Entre la documentación consultada ha surgido el nombre del capitán, Ricardo Fernández Orsi. Nació de forma casual en un pueblo de Extremadura en donde su padre ejercía de farmacéutico. Este último fue asesinado en el paredón por los golpistas. Ricardo Fernández, que vivió y estudió Náutica en Bilbao, se exilió en Francia.
Y también me han facilitado el nombre de un cabo de luces, natural de Santurtzi, llamado José Santos, del que no sé nada más.
Ocupada toda Bizkaia la semana siguiente, el vapor Habana quedó amarrado en Burdeos como barco hospital hasta el final de la guerra. Terminada la guerra es reclamado por las autoridades franquistas junto con otros 67 buques españoles fondeados en puertos franceses.
Y aquí parece concluir el relato habitual sobre esta emblemática embarcación. Sin embargo, hay un antes y un después. Y esa parte menos conocida es la que voy a exponer a continuación.
Pocas personas saben que la embarcación fue construida en los astilleros que la Sociedad Española de Construcción Naval poseía en Sestao, la Naval de Sestao, para la Compañía Transatlántica. De hecho fue la primera. Estaba construido en acero fabricado con hierro autóctono y su estructura cosida por medio de remaches, no existían aún las máquinas de soldadura de arco voltaico.
Aunque su quilla se puso el 27 de abril de 1916, su botadura no se produjo hasta el 14 de septiembre de 1920. El retraso fue debido a las vicisitudes que acarreó la I Guerra Mundial. El acto estuvo presidido por los reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia y no estuvo exento de percances. Una vez que su madrina, la reina, estrelló en la proa la clásica botella de champagne, el buque inició su deslizamiento hacia la ría, pero a mitad de camino se detuvo durante unos momentos. Afortunadamente reinició su marcha hasta flotar libremente en la ría.
Este pequeño incidente podría interpretarse como el anuncio de los avatares que a lo largo de su vida habría de sufrir este esplendido buque, bautizado con el nombre de Alfonso XIII. Uno de ellos apenas dos meses después de su botadura. El 27 de noviembre, amarrado en el muelle de armamento en Sestao, se produjo un incendio a bordo, calificado por algunas fuentes de sabotaje, lo que ocasionó nuevos retrasos.
Fue en su momento el buque más grande construido en España (14.400 t de desplazamiento). Tenía las siguientes dimensiones: 146,30 metros de eslora por 18,6 m de manga, 10,9 m de puntal y 6,3 m de calado. Dos turbinas de vapor Parsons, a dos hélices, generaban una potencia de 10.700 CV para llegar a los 19,5 nudos de velocidad.
Costó exactamente 36.625.109 pesetas, frente a los 10 millones presupuestados en principio. Después de su definitivo acondicionamiento se entregó a la Compañía Trasatlántica el 29 de agosto de 1923 y, con el rey a bordo, realizó sus pruebas de mar el 1 de septiembre. Y comenzó a realizar, como buque de pasaje, trayectos transoceánicos con destino a Cuba, México y Nueva York.
Se catalogaba como buque de pasaje y su capacidad era de algo más de 2.000 pasajeros repartidos de la siguiente manera: 245 de 1ª clase, 82 de 2ª clase, 148 de 3ª clase, 1.589 emigrantes o tropa. Además hay que tener en cuenta a sus 245 tripulantes.
A tenor de lo que muestran los folletos y las fotografías de la época, era un trasatlántico bastante lujoso de la citada Compañía Trasatlántica, la más célebre y antigua naviera española, con sede en Santander y en Barcelona, que, aunque ya no era ni sombra de lo que había sido a finales del siglo XIX y comienzos del XX, aún conservaba importantes embarcaciones trasatlánticas.
Al proclamarse la II República, la naviera fue discriminada por su especial relación con el régimen anterior y, como consecuencia, se rescindió el contrato establecido entre la empresa y el Estado desde junio de 1910. Aun así, continuó dando servicio, en precario, a las líneas que partiendo de puertos del Cantábrico recalaban en Nueva York, Cuba y México. Eso sí, el barco tuvo que cambiar de nombre y pasó a ser el Habana. Como ejemplo, las insignias de solapa, antes y después.
Después de la guerra civil, las autoridades francesas devolvieron el buque a la antigua propietaria, la Compañía Trasatlántica, y comenzó una nueva etapa de su larga vida hasta morir en tierras gallegas. Llegó a Bilbao el 27 de junio de 1939 y se procedió a su inmediato acondicionamiento en las instalaciones de la Naval con el objeto de volver nuevamente a la línea a la que dio servicio anteriormente. Sin embargo, el 14 de septiembre, sufrió un nuevo incendio, al parecer también intencionado, que ocasionó importantes daños, tanto en la estructura como en la maquinaria, y finalmente se decidió su reconstrucción como buque de carga. Terminadas las reparaciones, el resultado fue, un carguero feo y poco rentable, con una capacidad de 14.168 metros cúbicos que salió de nuevo a la mar en 1942 para dedicarse a cubrir diversas líneas de carga de la Trasatlántica.
Finalizada la II Guerra Mundial, fue reparado en los astilleros Todd de Nueva York y nuevamente transformado en un buque mixto de carga y pasaje con capacidad para 12 pasajeros en clase Turista A y 102 en clase Turista B.
En 1960, ante su escasa rentabilidad, es amarrado en el puerto de Vigo, en principio con la idea de desguazarlo. Sin embargo, en 1961, ante la falta de capacidad de los astilleros para satisfacer la demanda de construcción de buques congeladores, la empresa Pescanova se fija en el viejo Habana y el 1 de febrero de 1962 se remolca hasta Ferrol para ser reformado en los Astilleros y Talleres de Noroeste (Astano) para servir como buque-factoría congeladora. Se pinta de gris y verde claro y con la contraseña de Pescanova en la chimenea y el nuevo nombre de Galicia en su popa y amuras, el 7 de septiembre de 1964 se hace a la mar rumbo a los caladeros de Sudáfrica, acompañado de una flotilla de 10 arrastreros construidos en Barreras.
Todavía sufrirá nuevas transformaciones puesto que en 1971 se le cambian las viejas y poco eficientes calderas por unas nuevas. La operación se ejecutó descosiendo un costado del barco sin afectar a la superestructura ni al resto de instalaciones del barco en un tiempo record de 8 semanas en dique seco de la Empresa Nacional Bazán de Construcciones Navales Militares S.A., también en Ferrol.
De vuelta en los caladeros de Sudáfrica y Namibia, da servicio a medio centenar de pesqueros que abarloados al Galicia descargan su pesca para ser congelada y reciben víveres, combustible, atención sanitaria e incluso reparaciones. Finalmente, en 1975 regresa destinado ya al desguace que llega en febrero de 1978 en Vigo.
Dicen que un ancla, donada por el Ayuntamiento de Donostia-San Sebastián, se conserva en el Museo de anclas Philippe Cousteau en Castrillón (Asturias), aunque yo tengo mis dudas porque las fechas atribuidas al buque (1927-1966) no coinciden con las del Habana.
Estupendo trabajo, y además un hermoso recuerdo en estas fechas.
[…] número de viajes realizados fueron el Habana y el Goizeko Izarra. Al primero ya le he dedicado la entrada precedente. Del segundo es necesario hacer una breve […]
[…] Décimoquinto artículo de la serie, publicado en el número 117 de ensanturtzi.com en la sección Santurtzi Ezagutu: pequeños fragmentos de la historia de Santurtzi, correspondiente al mes de mayo. Más información en el propio blog, en este enlace. […]
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Hola, en la familia tenemos un mueble de baño del Vapor Habana, sacado de los camarotes del barco cuando se reconvirtió a carguero, si quieres ya te mandare fotos, lo tenemos en proceso de restauración en este momento
Sí. Una foto original!!!!
[…] niños de la guerra, de las embarcaciones empleadas en su evacuación (con una entrada dedicada al emblemático Habana en exclusiva), y de los santurtziarras fallecidos a consecuencia de los bombardeos indiscriminados […]
[…] 4 de febrero de 1904: botadura del yate Warrior, después llamado Goizeko Izarra. […]
[…] de junio de 1937: el vapor Habana evacuó a territorio francés (La Pallice) a aproximadamente 3.730 refugiados, de los cuales 2.300 […]
[…] 14 de septiembre de 1920: botadura en Sestao del vapor Alfonso XIII, después llamado Habana. […]
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