El pasado mes de octubre comenzaron las obras de rehabilitación del edificio conocido popularmente (aunque cada vez menos, si no se pone remedio) como la antigua escuela náutica. Se trata de uno de los edificios más antiguos del municipio y constituye un buen ejemplo de arquitectura docente en Bizkaia en el siglo XIX. Era la sede de una institución con un gran valor histórico y sentimental para nuestro municipio, la Escuela de Náutica de Santurce, fundada en 1859 (fecha en la que se autoriza su creación) por nuestro mecenas local, Cristóbal Murrieta (junto a su olvidado socio, Francisco Luciano Murrieta) y que subsistió hasta 1936.

La rehabilitación del vetusto edificio estaba prevista desde hace tiempo para subsanar deficiencias estructurales y dotar de accesibilidad y mayor funcionalidad al edificio. A finales de diciembre de 2016 el Ayuntamiento de Santurtzi ya había adjudicado el contrato de las obras de reparación del edificio denominado Casa Náutica por un importe cercano a los 350.000 euros y un plazo de ejecución de las obras de cinco meses. En el proyecto de actividad y obras, redactado por el estudio EMES, arquitectura y urbanismo en octubre de 2016, se denomina rehabilitación a la intervención que se va a ejecutar en la Casa Náutica.

La antigua escuela de náutica se encuentra situada en el núm. 3 de la calle Sabino Arana, la antigua calle Mayor, en el km 0 de nuestro municipio, junto a los edificios más relevantes de nuestro escaso patrimonio histórico-artístico.

Según el citado proyecto, tiene forma rectangular (14,54 m x 18,04 m) y dos plantas: planta baja y primer piso. Cuenta también con un espacio bajo cubierta que carece de la altura mínima exigible y no se puede contabilizar como planta útil. La superficie construida total del edificio es de 522,86 m2 (261,43 m2 por planta). La superficie útil total del edificio en la actualidad es 374,28 m2. Las alturas libres son de 4,42 m en la planta baja y de 3,95 m en la planta primera.

La construcción está realizada a base de muros de carga de mampostería y forjados y cubierta de madera. La carpintería es de madera y la fachada se encuentra raseada y pintada. El acceso al edificio se realiza actualmente a través de un antuzano, elemento típico de épocas pasadas, una terraza elevada paralela a la fachada principal a la que se accede mediante un tramo de escaleras (a la que se añadió una rampa para facilitar la accesibilidad).

La cubierta, a cuatro aguas, tiene estructura de madera que se encuentra en buen estado y el acabado es de teja cerámica del tipo denominado árabe. Presenta un curioso elemento, un bobarril, una ventana en el camarote por la que se accede al tejado de la casa.

La distribución interior, que no es la original, se realiza a base de tabiques prefabricados de oficina que dividen la superficie en despachos y zonas de trabajo. Las escaleras de comunicación vertical, situadas entre dos muros de carga, son también de madera y se encuentran muy deterioradas.

En principio estaba previsto comenzar las obras antes de verano, pero una serie de imprevistos la ha retrasado hasta el pasado mes de octubre. Además se ha incrementado el coste hasta alcanzar casi el medio millón de euros de presupuesto del que 180.000 euros se cubren con una subvención de la Diputación Foral.

Este inmueble se incluye como elemento de conservación básica en el catálogo municipal de bienes y espacios protegidos. En consecuencia, se autorizará la restauración conservadora de las fachadas garantizando la unidad de composición y enfatizando el valor de su fachada a la vía pública, así como los elementos característicos de la misma.

Tendrán que preservarse los volúmenes existentes, elementos singulares de fachada y cubierta, espacios de circulación originales y elementos decorativos exteriores como cornisas, artesonados, etc. Entiendo que, entre los elementos a conservar, se incluyen los singulares enrejados de carácter náutico que nos recuerdan la función original del edificio.

La intervención proyectada modifica el acceso principal al edificio, aunque lo hace por cuestiones de accesibilidad.

No obstante, el acceso actual al mismo se mantiene por lo que resulta compatible con las medidas de protección, aunque en los planos que se adjuntan al proyecto de rehabilitación parece que se altera y condena el acceso tradicional.

Asimismo se abrirá un hueco nuevo y se ampliará alguno existente pero garantizando la unidad de composición y poniendo en valor las fachadas a vía pública. Debido a la limitación presupuestaria y a la urgencia con la que van a acometer las obras, éstas se llevarán a cabo, al parecer, en dos fases. Durante la primera se acometerá la rehabilitación completa del edificio con excepción del acabado de la fachada y de la instalación del ascensor que, se ejecutarán en una segunda fase y con presupuesto aparte.

Respecto a la historia del edificio, en el proyecto que podemos leer íntegramente en este enlace en la web del Ayuntamiento, no hay, lamentablemente, ni una sola mención. Ni a la antigüedad del edificio (más de 150 años) ni a su valor histórico o inmaterial. Como apunta un excelente colaborador del blog, este proyecto es muy necesario ya que su objetivo es mejorar tanto las condiciones de trabajo de los empleados como dignificar las oficinas de atención al público del Área de Acción Social, que falta les hace. Sin embargo, de su lectura se desprende la triste impresión de que el desinterés por el valor histórico de nuestro patrimonio es palpable.

Así que para remediarlo, en la medida de lo posible, he realizado una pequeña investigación sobre el edificio en cuestión. La institución será tratada en otra entrada aunque avanzo que toda la documentación generada por la escuela en su actividad docente desapareció durante la Guerra Civil, probablemente en 1937.

La historia comienza a finales de 1858, año en el que Cristóbal Murrieta compró (o solicitó a la Diputación, según otras fuentes) un terreno en Campo Grande para la construcción del edificio destinado a escuela de náutica. Sin embargo, al poco tiempo debió de cambiar de parecer respecto a la ubicación, quizás porque ese terreno aún formaba parte del municipio de Portugalete, puesto que a comienzos de 1861 se estaba concluyendo la construcción del edificio actual.

El autor del proyecto fue el entonces célebre y cualificado arquitecto Antonio Goycoechea Ercoreca (Bermeo, 1798 – Bilbao 1865). A pesar de que la escuela náutica no era un gran edificio como, por ejemplo, la Casa de Misericordia de Bilbao, proyectada también por este arquitecto poco después, Cristóbal Murrieta recurrió a uno de los más importantes arquitectos del momento en Bizkaia. Titulado en arquitectura en 1821 por una prestigiosa institución, la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, en donde además obtendría posteriormente el título de académico de mérito en 1829. Nombrado arquitecto municipal de Bilbao en 1822, fue el autor, en 1828, del auténtico puente colgante de Bilbao, el puente colgante de cadenas de San Francisco, que fue uno de los primeros ejemplos de la arquitectura del hierro que comenzaba a emplearse en Europa. También trabajó en la Diputación Foral como director de los caminos del Señorío.

En 1861 el edificio estaba casi concluido y, según algunas escasas referencias, la actividad docente de la Escuela Especial de Náutica de Santurce se inició en 1862.

El contratista de la obra fue José de Orueta que se obligó a ejecutarla en el plazo y las condiciones exigidas por contrato. El presupuesto ascendió a la cantidad de 102.000 reales. El arquitecto percibió otros 8.000 reales en concepto de honorarios por su labor como director facultativo de la obra (proyecto, planos, etc.). Así pues, Cristóbal Murrieta invirtió 110.000 reales (27.500 pesetas) en la edificación de la sede de su escuela náutica. A esta inversión habría que añadir el coste del mobiliario y del instrumental, los mejores de su época.

En 1896 se publican unas memorias de un exalumno, Julián Salazar, en la que aparece la primera representación que se conoce del edificio.

Lógicamente, el edificio a lo largo de tan dilatada historia ha sufrido diversas reformas, fundamentalmente de los interiores. A comienzos del siglo XX, se llevan a cabo numerosas mejoras, tanto en el inmueble como en su equipamiento docente, financiadas por el entonces patrono de la fundación responsable de la institución, Mariano Murrieta del Campo (hijo de Cristóbal), y por Casilda de la Quintana Murrieta.Estas obras podrían ser las que incluyen algunos elementos calificados de racionalistas en la ficha dedicada al edificio en el Inventario del Patrimonio Arquitectónico. Tampoco podemos olvidar que, además de las aulas, el edificio incluía la casa-habitación del director de la escuela.

Con la Guerra Civil, la escuela cesa en su actividad y el edificio, de propiedad municipal, será transformado interiormente al ser destinado a albergar diferentes servicios municipales a lo largo de los años (juzgado, aulas preescolares e infantiles, escuela de música, etc.) hasta que en los últimos años, ya en el siglo XXI, se ubican las oficinas del área de servicios sociales que se han quedado obsoletas y necesitan reformarse.

De ahí el proyecto que ha dado origen a esta entrada y al que yo añadiría un detalle. No solo espero que no se pierdan las verjas marinas sino que, además, propongo que se recupere el rótulo que existía en la fachada y que se instale una placa que recuerde la historia del edificio y de la institución que acogió entre 1862 y 1936, similar a la placa que todavía en 1931 lucía en el zaguán, sobre la puerta de acceso de arranque de la escalera: una lápida de mármol negro en la que con grandes caracteres amarillos recordaba que la Escuela de Náutica de Santurce fue fundada en 1859 por Cristóbal Murrieta. ¿A dónde habrá ido a parar esta placa?