Poco a poco nos vamos acercando al objetivo marcado hace ya casi dos años: obtener una reconstrucción virtual del tímpano de madera tallada quemado durante el incendio de la iglesia de san Jorge en 1932.

En mayo de 2016, durante la inauguración de una exposición de exvotos marineros descubrimos casualmente su existencia. En diciembre de ese mismo año pudimos por fin verlo in situ en los depósitos del Museo Diocesano de Arte Sacro. En agosto de 2017 el tímpano fue protagonista de una entrada en el blog y, además, propuse entonces su restauración.

A finales de octubre comenzó la cuestación para recaudar el dinero necesario. La colaboración de la Red de Bibliotecas a través de su mercadillo solidario con motivo del Día del Libro durante las fiestas de san Jorge de 2018 nos permitió alcanzar la cuantía necesaria.

A partir de ese momento el director del museo inició los trámites administrativos oportunos para contratar a la empresa especializada que habría de encargarse de esa delicada tarea.

La empresa seleccionada fue Aurea, constituida por dos profesionales altamente capacitadas, María Urrutikoetxea Barrutia y Rocío Fernández Amezua, con más de 15 años de experiencia y con una excelente reputación en el mundo de la restauración de bienes artísticos.

Comenzaron su tarea el 5 de diciembre de 2018 y la dieron por concluida el 24 de enero de 2019. El resultado no puede ser más satisfactorio dadas las malas condiciones previas de las que partía la intervención. El estudio sobre el estado de conservación se realizó a partir de los datos obtenidos en el análisis organoléptico realizado en febrero de 2017, para determinar las características físicas y condiciones que presentaba el tímpano.

Evidentemente, la obra presentaba un estado de conservación general muy deteriorado como consecuencia del incendio. La superficie se encontraba carbonizada, agrietada y oscurecida por el hollín. El incendio y el paso del tiempo afectaron a los materiales constitutivos de diferente manera. Se apreciaban grietas, roturas de soporte, desprendimiento de volúmenes significativos (remate del yelmo, el brazo derecho y la lanza), pérdida importante de material, etc. Algunas de las tablas estaban parcial o totalmente sueltas, aunque se encontraban en buen estado en cuanto a consistencia y densidad. La policromía estaba prácticamente desaparecida.

El proceso de restauración ha tenido como objetivos prioritarios frenar los daños y las causas que han originado el deterioro de la obra y conseguir el equilibrio óptimo para su conservación, adoptando las técnicas y los tratamientos más adecuados para este caso concreto.

Una vez eliminado el polvo mediante aspiración controlada y brochas suaves, se procedió a la limpieza del relieve. Tras limpiar la superficie se ha podido observar pequeños restos de dorado en el fondo y al lado de la cabeza de san Jorge, lo único que se ha conservado de su policromía original.

Se ha procedido asimismo a fijar el estrato superficial del relieve, profundamente craquelado, al soporte. Para afianzar la consolidación y darle a su vez una protección final, se ha aplicado una mezcla de ceras naturales, fórmula magistral artesana con la que, además del refuerzo en la adhesión entre estratos, se consigue, una vez bruñida la cera, una superficie de un cálido aspecto satinado.

No puedo concluir esta entrada sin volver a agradecer a todos los santurtziarras y no santurtziarras, al Museo Diocesano de Arte Sacro y a su director Juan Manuel González Cembellín su colaboración para recuperar este singular elemento de nuestro patrimonio histórico artístico. Y por supuesto a las restauradoras por permitirme publicar varias imágenes incluidas en su informe final. Ahora toca esperar a que se inicie una nueva fase de este interesante proyecto de recuperación, aunque sea virtual, del tímpano quemado en 1932.