El 6 de febrero de 1836 el brig (navío con dos mástiles de vela cuadrada, rápidos y maniobrables, usados como barcos de guerra y como mercantes) HMS Waterwitch detuvo al bergantín goleta Cazador Santurzano que se dedicaba al comercio de esclavos, a la trata de negros. El detallado informe de la intervención nos proporciona las coordenadas geográficas: 5° 35′ 0″ N (latitud), 4° 20′ 0″ E (longitud). Si tenéis curiosidad en este enlace podéis situar el lugar del apresamiento introduciendo las coordenadas.

El Cazador Santurzano, propiedad de Pedro Felipe del Campo (quizás el nacido en Gordexola en 1791) y al mando de Ángel de Elorriaga, fue conducido a Freetown (Sierra Leona) en donde se había establecido un tribunal, la Corte de Justicia Mixta británico-española, para juzgar este tipo de delitos. Apenas unos meses después, el 23 de agosto, a la vista de las evidencias, el capitán fue condenado. El barco fue confiscado y trasladado a Gibraltar, pero los 629 esclavos negros que iba a transportar quedaron prisioneros en la factoría africana de Ajuda.

Pero retrocedamos unos años ya que esta expedición negrera no fue la primera del Cazador Santurzano. Además, se realiza en un momento en el que el tráfico de esclavos estaba ya prohibido, aunque no la esclavitud. De ahí que convenga realizar unas aclaraciones previas.

A comienzos del siglo XIX, la abolición de la esclavitud fue tratada en las Cortes de Cádiz, pero no se vio plenamente reflejada en la Constitución de 1812 que, en cualquier caso, no estuvo en vigor mucho tiempo. Tras el Congreso de Viena, la presión de las potencias de la Restauración europea obligó a Fernando VII a firmar el 23 de septiembre de 1817 un tratado que preveía el fin efectivo del tráfico de esclavos para el día 30 de mayo de 1820, dando cinco meses más para los barcos que hubieran empezado su viaje con anterioridad a esa fecha. Sin embargo, se mantenía la esclavitud reproductiva y, de hecho, el tratado no impidió sino que fomentó un activo y lucrativo contrabando.

La abolición legal de la esclavitud en la España peninsular llegó en 1837. Se excluía a los territorios de ultramar, dada la presión ejercida por las oligarquías de Cuba y Puerto Rico que amenazaron con anexionarse a Estados Unidos. Tras la Guerra de Secesión o guerra civil estadounidense (1861-1865), aumentó la presión sobre España para que aboliera definitivamente la esclavitud en sus provincias ultramarinas. Como consecuencia, en 1870 se promulgó una ley llamada de “libertad de vientres” que concedía la libertad a los futuros hijos de las esclavas.

No era un tema baladí la abolición absoluta de la esclavitud ya que significaría la liberación de 31.000 esclavos puertorriqueños y casi 400.000 esclavos cubanos. De hecho, fue una de las causas de la oposición al rey Amadeo I y de su abdicación. Así, la ley por la que se abolía la esclavitud en Puerto Rico fue finalmente aprobada el 25 de marzo de 1873, un mes después de la renuncia del rey y de haberse proclamado la I República Española. Cuba debió esperar varios años más. La definitiva abolición no llegó hasta la promulgación de la ley del 13 de febrero de 1880, complementada por el real decreto de 1886, que liberó los 30 000 esclavos que quedaban, reinando ya Alfonso XII.

No está de más recordar, dada la reciente publicación de varias fotografías y vídeos que denuncian la existencia de personas (migrantes y refugiados) esclavizadas y subastadas en Libia, que las Naciones Unidas conmemoran con tres días internacionales la abolición de la trata de esclavos y de la esclavitud:

– el 25 de marzo: Día Internacional de Rememoración de las Víctimas de la Esclavitud y la Trata Transatlántica de Esclavos.

– el 23 de agosto: Día Internacional del Recuerdo de la Trata de Esclavos y de su Abolición.

– el 2 de diciembre: Día Internacional para la Abolición de la Esclavitud.

Volviendo al asunto principal de la entrada, a comienzos del siglo XIX una epidemia había diezmado a los esclavos cubanos, disparando la demanda y su precio, justo cuando España firmó el tratado que ponía fin oficialmente a la trata de esclavos. Esta coyuntura propició la aparición de personajes con pocos escrúpulos morales dispuestos a embarcarse en un negocio tan execrable como este. Un grupo de empresarios vascos se unió para organizar diversas expediciones al Golfo de Guinea con el objetivo de capturar esclavos y trasladarlos a Cuba para venderlos a los no menos escrupulosos dueños de los ingenios azucareros cubanos.

Entre ellos, hay que citar a José Antonio Ybarra de los Santos, nacido en Muskiz en 1774 y fallecido en Bilbao en 1849. Contrajo matrimonio con la santanderina Jerónima Gutiérrez de Caviedes y de la Losa, que falleció en Santurtzi.

Tuvieron tres hijos varones, Juan María y Gabriel María, de quienes descienden los Ybarra de Bilbao; José María, de quien descienden los Ybarra de Sevilla, y una hija, llamada Jerónima como su madre. Jerónima Ybarra, nacida en 1817, contrajo matrimonio con José Joaquín Murrieta Mello, hermano de nuestro benefactor local, el 28 de marzo 1835 en Bilbao y enviudó en 1839.

José Antonio Ybarra aportó 5.500 pesos para una primera expedición negrera. Decidieron construir un bergantín goleta en los astilleros de Bayona, en un lugar en donde no levantar sospechas. Este tipo de embarcación a vela tenía, generalmente, dos mástiles. Aparejaba velas cuadras o redondas en el de proa (trinquete), velas áuricas (cangreja y escandalosa) en el de popa (mayor) y velas de cuchillo entre palos y entre el trinquete y el bauprés. El palo trinquete era de tres piezas (macho, mastelero y mastelerillo) y el mayor de dos (macho y mastelero).

La embarcación se botó en 1833 y se bautizó con el nombre de Cazador Santurzano. Era similar al que aparece en la siguiente imagen.

Para dirigir el barco y la expedición negrera necesitaban contratar a un capitán bregado en esas lides y lo encontraron en un vecino de Santurtzi, un tal Ángel Elorriaga, probablemente Ángel Ramón Elorriaga Oliaga, bautizado en San Jorge el 28 de febrero de 1806. Procedía de una familia de tradición marinera. Su padre Aparicio Elorriaga López consta como gente de mar y su abuelo Vicente Elorriaga Zuazo desempeñó el oficio de capitán para la Real Compañía Guipuzcoana de Caracas, según recoge Goio Bañales en su documentada obra In insula Maris. A sus 28 años, Ángel Elorriaga ya había participado en el turbio mundo de la trata de esclavos y se encontraba al mando de un buque de 240 toneladas que abandonó para hacerse cargo del Cazador Santurzano.

A principios de mayo de 1834 el Cazador Santurzano, debidamente acondicionado para su misión, atracaba en el puerto de Cádiz desde donde su capitán informaba de las buenas condiciones marineras del mismo. Desde allí se dirigió al puerto africano de Ajuda, bajo soberanía portuguesa. A pesar de que Portugal había abolido la esclavitud en 1815, seguía siendo una importante factoría negrera.

 

Allí embarcó 681 bultos, que era como denominaban a las personas esclavizadas, y arribó tras una tranquila travesía al discreto puerto de Bahía Honda en Cuba. Justo antes de atracar el capitán procedió al alijo, es decir, arrojó la carga, los esclavos, por la borda. Estos tenían llegar nadando a tierra. De esta manera evitaban que los británicos descubrieran al barco cargado de esclavos. Desde Bahía Honda los esclavos serían conducidos, a través de los intermediarios Pedro Martínez y Compañía, a La Habana para proceder a su venta. Un lucrativo negocio que permitía triplicar el capital invertido y compensar los riesgos de estar fuera de la ley.

En marzo de 1835, Ybarra manifestaba a los Martínez su satisfacción por el resultado del negocio y su disposición a emprender una nueva expedición. Martínez y sus socios, a la vista del éxito, acordaron inmediatamente un segundo   viaje y José Antonio Ybarra aportó   de nuevo 5.500 pesos, mostrando sus anhelos por el éxito de la nueva expedición: “Quiera Dios que sea tan feliz como   la primera”. Pero no lo fue como ya he comentado al iniciar esta entrada.

En cualquier caso, como los esclavos quedaron prisioneros en Ajuda, los esclavistas fletaron un nuevo barco, un brig llamado Vengador al que cambiaron el nombre, pasando a ser el Diligente, con capitán y bandera portuguesa para evitar la vigilancia de la marina británica. Y en esta ocasión sí que tuvieron suerte. El capitán Souza arribó a Cuba el 8 de junio de 1837. Esta operación no resultó tan lucrativa y, dadas las circunstancias y los excesivos riesgos, Ybarra y sus socios abandonaron este execrable comercio, aunque continuó aun unos cuantos años más hasta su definitiva erradicación.

El Diligente era propiedad del comerciante Juan José Zangroniz Berreteaga, natural de Sondika y afincado en Burdeos, que tenía otros tres barcos dedicados a este tráfico. El Diligente fue capturado por el HMS Electra británico el 1 de diciembre de 1838 cuando llevaba a bordo unos trescientos esclavos. En este enlace podemos ver una maqueta a escala y la azarosa historia de este barco esclavista.

Bibliografía recomendada:

Además de los diferentes enlaces añadidos a lo largo de la entrada, es recomendable y se puede leer on-line (en parte, no hay vista previa de todas las páginas) el documentado libro de Pablo Díaz Morlán: Los Ybarra: una dinastia de empresarios (1801-2001).

Otra lectura igualmente interesante es la obra titulada Vascos en Cuba, que se puede leer y descargar íntegramente desde este enlace.