La quinta entrada dedicada a la mujer trabajadora en Santurtzi tiene como protagonista a las rederas. La figura de la redera se ha visto eclipsada, en general y particularmente en Santurtzi, por la de la sardinera. Ya es hora de reivindicar su papel, su trabajo y su contribución a la riqueza del municipio en épocas pasadas.

En una actividad económica como la pesca, tan decisiva para el municipio durante casi 100 años, entre 1880 y 1980 aproximadamente, el imprescindible papel de las rederas, confeccionando y reparando las redes no se puede obviar.

Las rederas más antiguas atestiguadas aparecen en la documentación relacionada con la elaboración del padrón de habitantes de 1871: las hermanas Lucila y María Echavarria [o Echevarria] Aguirre.

La pesca era una actividad que funcionaba en cadena y la participación de la mujer era fundamental. Trabajadoras incansables, en el hogar y en el puerto. En el caso de las rederas, la pesca de bajura suponía una labor casi diaria. Las redes de cerco, fabricadas con hilo de algodón, solían sufrir roturas en los paños debido a corrientes fuertes, a maniobras incorrectas al largar o virar el aparejo y a reventones provocados por la gran cantidad de pescado atrapado. No quedaba más remedio que remendar las redes rotas para poder salir a faenar al día siguiente.

Como el de arrantzale, el oficio de redera se adquiere desde temprana edad, a  los 13 o 14 años. Y también presenta una estratificación. Las más jóvenes acompañaban a sus madres, tías, etc. a ayudar y a aprender, sin cobrar hasta adquirir suficiente destreza. Se organizaban por grupos dirigidos por una redera experimentada, responsable de contratar el trabajo y apalabrar el precio con el patrón de la embarcación pesquera. Así mismo, se encargaba de reunir y coordinar a las demás rederas que formaban la cuadrilla de trabajo. Era un oficio duro, sin horarios fijos y con condiciones laborales inestables. El salario era bajo. Se solía cobrar por horas. No había forma de prever los posibles ingresos mensuales derivados de su trabajo.

La reparación de las redes se realizaba de forma manual. Sentadas sobre unas pequeñas banquetas colocadas encima de la red, en posturas incómodas. Estiraban la red, se la acercaban a las manos y pasando una pequeña aguja con hilo entre los dos extremos de la rotura cosían la red. Se ayudaban con los dedos de los pies para tensar las redes.

Hasta la construcción del puerto actual, las rederas reparaban esas redes en el pórtico de la iglesia de San Jorge o a la intemperie, en el primer relleno adyacente a la iglesia y la casa consistorial como podemos ver en la postal coloreada (quinta imagen, fechable en 1905 aproximadamente).

Después del relleno y construcción del puerto actual, el trabajo de las rederas se realiza en los nuevos muelles. Para poder realizar esas labores, la Cofradía de Pescadores tuvo que solicitar y obtener la pertinente licencia de la Junta de Obras del Puerto en 1918.

Más adelante, con la construcción de las bodegas, también conocidas como bolintxes, podían realizar el trabajo en su interior sin depender de las inclemencias meteorológicas. En las bodegas también se ubicaba la máquina que se empleaba para teñir las redes.

 

En los años 30 y 40 del pasado siglo XX se estima que entre 25 y 30 mujeres trabajaban habitualmente como rederas en nuestro puerto. Y su número fue decreciendo paulatinamente. Las rederas documentadas e identificadas, entre ellas mi amama paterna, están incluidas en la entrada dedicada a las mujeres trabajadoras con profesiones relacionadas con la actividad portuaria.

Cada 22 de julio celebraban el día de su patrona, santa María Magdalena. Con alguna gratificación o paga extra que les daban los armadores se iban a celebrarlo a Nocedal, Plentzia o a otros lugares.

En la actualidad ya no existen rederas en Santurtzi. Desaparecieron a finales de la década de los 70, por diversas circunstancias. Entre otras, la presencia en nuestro puerto de pescadores andaluces, de Barbate (Cádiz), que sabían coser redes y echar paños, de manera que no necesitaban de los servicios de las rederas puesto que incluso reparaban las redes en el propio barco tan pronto como se producía su rotura.

La falta de relevo generacional, la fabricación de redes con materiales sintéticos y la reducción de la flota pesquera abocan a la desaparición en el resto de puertos vascos de este tradicional oficio realizado por mujeres. Y, sin embargo, es justo ahora cuando se está trabajando más para dar visibilidad y reconocimiento al trabajo que desarrollan las mujeres dedicadas a la reparación artesanal de redes de pesca, fomentando la igualdad de oportunidades, el asociacionismo, la formación y sobre todo la diversificación y el emprendimiento.

Un artículo publicado en El Correo en octubre de 1971 deja las cosas muy claras en cuanto a las condiciones de trabajo y posibilidad de relevo generacional.

Sobre el tema se han publicado dos lecturas muy recomendables. En 2006, la Diputación Foral de Bizkaia publicó un interesante estudio titulado Profesiones, oficios y tareas de las mujeres en Bizkaia. Imágenes de ayer y hoy.

Y en 2012, el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente publicó otro estudio, dedicado específicamente a esta profesión, titulado Rederas: un oficio desconocido.

Para la realización de este último informe se realizaron encuestas a un total de 223 cofradías de pescadores y a 17 asociaciones de rederas gallegas, asturianas, cántabras y vascas.

El informe se divide en dos bloques diferenciados, analizándose en el primero de ellos, las características generales del oficio de rederas, la normativa que lo regula, los tipos de arte que trabajan y los métodos para reparar las redes. Los resultados constatan que a 30 de diciembre de 2011, había un total de 802 personas dedicadas a la reparación de redes, según el Instituto Social de la Marina: 701 mujeres y 81 hombres. De estas, 648, el 81%, trabajaban en Galicia. El oficio de montaje y reparación de redes no está presente en todas las Comunidades Autónomas. Es un oficio más extendido en el norte (Galicia, Euskadi, Cantabria y Asturias). En Andalucía  solo estaban registradas 8 personas y en Cataluña 3.

En la segunda parte del estudio se realiza una descripción pormenorizada, con un especial enfoque de género, de las características y condiciones del trabajo. Del análisis se desprende que el perfil sociológico de las personas que realizan esta actividad corresponde a mujeres con edades comprendidas entre los 40 y los 65 años. Casi todas con algún vínculo familiar que las une al mar. Por este motivo, muchas de ellas han elegido esta profesión, la cual han aprendido en la mayoría viendo como lo hacían sus familiares.

En cuanto al lugar donde las mujeres desarrollan su trabajo, depende del tipo de arte, de su tamaño y su peso. Pueden trabajar a la intemperie en el muelle, en recintos habilitados como las naves o las carpas, en su propio domicilio o bien alternando trabajo al aire libre y en espacios cubiertos.

Además, el estudio da cabida a las principales problemáticas y cuestiones de interés que más preocupan a las asociaciones del colectivo de rederos y rederas. Así, en relación con las demandas manifestadas por los propios trabajadores, los equipamientos necesarios para mejorar sus condiciones laborales son sillas ergonómicas, accesorios para tener a mano las herramientas, armarios para almacenaje o elevadores o maquinaria específica para trasladar aparejos y mercancías.

Para finalizar la entrada, los enlaces a las entradas precedentes dedicadas a la mujer trabajadora en Santurtzi para conmemorar el Día Internacional de la Mujer:

Otros artículos del blog también reivindican el papel de la mujer en todos los campos: